Con una pasión inquebrantable y una maleta llena de herramientas prácticas, el ingeniero técnico colegiado Tomás Calles se ha convertido en una referencia nacional en el análisis y reconstrucción de accidentes de tráfico. Lo que comenzó como una curiosidad académica al inscribirse en un curso del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Valencia, terminó transformándose en su vocación: “Me apunté como alumno y acabé siendo yo quien lo impartía”, recuerda con humor.
Desde entonces, han pasado más de dos décadas de investigación, cursos y decenas de talleres impartidos a cuerpos de seguridad como la Ertzaintza, Guardia Civil, Mossos d’Esquadra, Policía Foral, policías locales y hasta grupos de élite. Su sello distintivo es un enfoque absolutamente práctico: “Mis cursos son para oír, ver y tocar. La gente sale sabiendo qué buscar en un coche sin necesidad de leer un PowerPoint. Hasta fabriqué mi propio maniquí para ensayos de atropello”.
Para Tomás, entender cómo y por qué ocurre un accidente es cuestión de detalle, experiencia y mucha práctica. “Ver cómo salta un airbag en vivo no tiene nada que ver con leerlo en un manual”, asegura. Su dedicación lo ha llevado a ser una fuente de consulta en casos complejos de toda España: “Mi teléfono está disponible para quien lo necesite”.
Consciente de las limitaciones de recursos como el escáner 3D, por su coste económico o las propias “cajas negras” de los vehículos, que no son fiables al 100%, defiende el trabajo meticuloso y humano que a veces puede llevar semanas. “Cuando das una respuesta certera a una familia o ayudas a la policía a resolver un caso, eso no tiene precio”.
Ahora, ante la inminente operación salida del verano, lanza un mensaje claro: revisar el vehículo con antelación, confiar en profesionales y, sobre todo, “nunca llevar una rueda de repuesto de más de 10 años”.
Tomás Calles no solo reconstruye accidentes. Reconstruye confianza, entrega respuestas y, sobre todo, cultiva una cultura de seguridad con cada tornillo, cada huella, cada impacto.