Detrás del mito de Nikola Tesla, uno de los genios de la edad contemporánea, se escondía una persona realmente peculiar. Si su forma de trabajar no era convencional, lo mismo puede decirse de su vida personal. Como muchos de vosotros sabéis, COGITI Valencia ha celebrado recientemente la segunda edición de los premios que llevan el nombre de este inventor. Hemos escarbado en la historia para conocer mejor la extravagante personalidad del inventor de la corriente alterna. Y lo que hemos encontrado llama poderosamente la atención.
Obsesión con el número tresSegún mucha fuentes, Tesla era obsesivo compulsivo. Le gustaba mantener la vajilla y la cubertería impolutas, y se encargaba personalmente de su limpieza. Necesitaba 18 servilletas cada vez que lo hacía, y era todos los días. Dicen que esto tiene que ver con otra de sus obsesiones, el número tres, que son las veces que rodeaba una piedra o mosaico en el suelo antes de entrar a un edificio. Murió tres días antes de su cumpleaños, cuando iba a cumplir 87, en la habitación 3327 de la planta 33 del hotel New Yorker, donde se alojó los últimos años de su vida. Todas estas cifras son divisibles entre tres.
Sus hábitos de sueño no se quedan atrás. Cuentan que dormía un máximo de dos horas seguidas, aunque lo hacía varias veces al día. Solo un tipo así podría haber inventado la corriente alterna. Aunque también cuentan que en periodos de inspiración podía estar más de tres días sin dormir. Su récord estaba en 84 horas seguidas trabajando. Era también un gran aficionado al billar, y a veces se le alargaba la partida: la que más, 48 horas.
Célibe y políglota
Contaba con una ventaja: a pesar de que levantaba pasiones entre las mujeres, que lo admiraban por su elegancia, su sabiduría y su fama, decidió mantenerse célibe. Era algo así como un científico con voto de castidad. Lo hacía porque pensaba que el sexo podía enturbiar su pensamiento.
Era de los que pensaba eso de
mens sana in corpore sano. Andaba entre ocho y diez kilómetros diarios. Una vez al día, antes de acostarse, estiraba y encogía cien veces los dedos de cada pie. Decía que eso estimulaba sus neuronas. En su madurez se hizo vegetariano y solo consumía pan, lácteos, miel y zumos vegetales.

Nikola Tesla era capaz de hablar y de desenvolverse con facilidad en ocho idiomas: serbio-croata, checo, inglés, francés, alemán, húngaro, italiano y latín. Además, concedía una gran importancia a la forma de vestir. Siempre iba impoluto y exigía lo mismo a sus trabajadores.
Enamorado de una paloma
La mayor extravagancia de Tesla era sin duda su amor por las palomas. Como no se quiso casar, se iba haciendo mayor y a veces se sentía solo. ¿Y qué hacía? Se iba al parque y les daba de comer a las palomas. ¿Y qué pasa cuando alternas con un grupo de chicas? Que al final surge la chispa del amor. Esta es una frase que dejó Tesla escrita:
«He estado alimentando a palomas, a miles de ellas, desde hace años. Pero había una, una hermosa paloma de color blanco puro, con ligeras puntas grises en las alas que era diferente. Era una hembra. Cuando tenía deseos de verla, la llamaba y ella venía volando hacia mí. Amaba a esa paloma como un hombre ama a una mujer, y creo que ella también me quiso. Mientras la tuve, hubo un propósito en mi vida».

Este romance comenzó cuando Tesla observó a su amada entre las demás: tenía un ala rota, lo que le impedía volar. Pues bien, Tesla la llevó al veterinario. El veterinario la miró y puso la cara que ponen los veterinarios así como diciendo: ‘No hay nada que hacer’. Aún así, Tesla le pidió que la tratara. El veterinario ideó una prótesis que, una vez colocada en el ala de la paloma, le permitió volver a volar. Por aquel tratamiento, Tesla pagó la friolera de 2.000 dólares, una auténtica fortuna hace ochenta años.
De los balcanes a Estados UnidosTesla nació en el Imperio Austro-Húngaro, en la actual Croacia, a mitad del siglo XIX, y murió en 1934. Fue ingeniero eléctrico, mecánico y físico, aunque no acabó ninguna de las carreras que empezó. Aportó numerosas invenciones en el campo del electromagnetismo, que generaron muchas patentes. Su gran aportación a la historia fue el descubrimiento de la corriente alterna, aunque también trabajó en radiotransmisiones, rayos Roentgen, el teléfono... Su condición de célibe y el hecho de que no dormía apenas le dejaba mucho tiempo para trabajar en el laboratorio… Y tampoco había
smartphones: no tenía la tentación del Facebook.

Con 28 años se trasladó a Nueva York, donde trabajó en varias empresas. En 1891, con 36 años, se convirtió en ciudadano estadounidense. Trabajó a las órdenes de Thomas Edison, otro célebre inventor, que abusó de su buena voluntad. Le ofreció 50.000 dólares (el equivalente actual a un millón de dólares) por rediseñar sus generadores de corriente continua. Cuando acabó el trabajo, Edison le dijo que no iba a cobrar nada más que su sueldo, que era de 18 dólares a la semana. Pidió un aumento de 25 y se lo denegaron; entonces decidió abandonar la compañía.
'La guerra de las corrientes'
Pero las vidas de Tesla y Edison estaban destinadas a cruzarse una y otra vez. Protagonizaron una enconada rivalidad por imponer su sistema eléctrico. A esta carrera se le llamó ‘La guerra de las corrientes’. Tesla apostaba por la corriente alterna, que es la que finalmente se impuso, mientras que Edison lo hacía por la continua. Tuvieron aliados. Edison ni más ni menos que a JP Morgan, y Tesla a George Westinghouse.

Fue una batalla en los periódicos para acceder a las grandes contratas de un país y un mundo que aún no tenía tendido eléctrico. Por el camino, Edison llegó a electrocutar a un elefante con corriente alterna para ilustrar sus peligros, pero Tesla contraatacó exponiéndose a una corriente alterna que atravesó su cuerpo como si nada. Al final, y aunque Tesla ganó la batalla, cedió sus patentes a Westinghouse, que comenzó a instalar redes eléctricas por todo Estados Unidos.
Provocó un terremoto en Manhattan
Entre sus múltiples investigaciones estaban los de resonancia magnética con osciladores electromecánicos. Y cuenta la leyenda que en 1898 provocó un terremoto en Manhattan, en los barrios Chino e Italiano. Él explicó que había acoplado el oscilador a un pilar de su casa y que la vibración se extendió a varios bloques de viviendas. Como ya le conocían, la policía le envió a dos agentes, que llamaron al timbre de su casa justo antes de que cesara el temblor. Tesla les abrió con un martillo que había tenido que utilizar para detener el aparato por la vía rápida. Se ve que no encontraba el botón de OFF. Después de ese episodio, Tesla aseguraba que podía tirar abajo en una hora el puente de Brooklyn. Y atención: decía que podía partir la Tierra en dos con una máquina adecuada y dinamita.
En los años veinte se rumoreó que podía ganar el premio Nobel y Einstein le consideró una de las mentes más avanzadas de su época, siendo el primero en intuir la energía atómica. En 1943, murió en una habitación del hotel New Yorker pobre, enfermo y solo.